La temperatura ambiente es aquella que las personas prefieren para los espacios cerrados. Es la que cobija, la que recibe la cotidianeidad dura del afuera para transformarla en refugio; y Dana Crosa escribe con la tranquilidad del león en su jaula: da vueltas, mira el entorno y se acomoda al sol en un movimiento (de palabras) tan elegante que de pronto olvidamos la fuerza de su mordida. En su primer libro de poesía, Dana aprieta los dientes sin llenarse la boca, congela el momento en una contemplación activa y atraviesa la inquieta calma del tiempo que espera contenido en ese interior, que es pura potencia, hasta concretarse en el afuera.